viernes, 15 de abril de 2016

Presagio de un beso con retraso




The kiss: Gustav Klimt



















Se interponían unos sobre otros sus trazos sobre los ya rayados vidrios del bar.
Se puso en pie sobre lo que antes era su silla y se sentó en lo que fue la barra, para alcanzar el trozo de vidrio aun libre de la marca de otros cerebros frenéticos por el alcohol.
Tomo de su llavero la más pequeña de las piezas de metal e imprimió en números el día y la hora en que pretendía grabar sobre los labios el recuerdo, y luego se inclinó sobre su boca, la de ella.
Se apartaron en segundos la distancia y las diferencias de este par de extraños que se tomaban de la mano y al final cuando volvió a salir del bullicioso antro, no poso su mirada sobre la ciudad que lo acogía esa noche sino sobre la mujer que le despertaba mucho más que curiosidad.

Nelson Avellaneda

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